domingo, 3 de agosto de 2008

LA CLAUDICACIÓN DE BAYONA

CASTILLO DE CHAMBORD, construido en 1519 bajo la supervisión de Leonardo da Vinci

Nunca se vendió un país tan barato: esa impresión debió de producirles el acuerdo a quienes lo ajustaron por parte de Francia. Porque a cambio de la cesión de la Corona y de sus sacrosantos derechos al trono, la Familia Real española apenas recibió del Emperador de Francia algo más que un plato de lentejas.

PALACIO DE COMPIÈGNE

De ser dueños absolutos de uno de los mayores imperios coloniales europeos, sus posesiones se vieron reducidas a un palacio en Compiègne y un castillo en Chambord, con la condición de que en aquellos recintos mantendría el rey su tratamiento de Alteza Real. Además el exmonarca percibiría la cantidad de 30 millones de reales como renta anual vitalicia. En cuanto a la reina, se le otorgaban dos millones de francos anuales en el caso de que el soberano falleciese antes que ella.


CASTILLO DE VALENÇAY

A los infantes ni siquiera se les asignaba residencia propia. Lo previsto era que fuesen alojados en el palacio de Valençay. Pero, a cambio la largueza del Emperador les asignaba una renta de 400.000 francos al año para cada uno. Con esto se contentó la familia de Carlos IV y los testigos presentes en Bayona aún dijeron que habían partido alegres hacia sus respectivos destinos
Tal fue la vergonzosa claudicación de Bayona, que es recordada como una de las páginas más bochornosas, lamentables y tristes de nuestra historia. Carlos IV, su esposa y Godoy salieron para Fontainebleau, y Fernando, para Valençay, donde habría de permanecer, vigilado, durante seis años.

viernes, 1 de agosto de 2008

UNAMUNO Y LA GUERRA CIVIL


El día 26 de septiembre de 1936 don Miguel de Unamuno, en nombre de la Universidad de Salamanca, firma una proclama de protesta contra las atrocidades que se atribuyan a aquellos republicanos que pretendían exterminar a sus adversarios antes que ganar la guerra. Y llegó aquel famoso y discutido acto en el histórico paraninfo salmantino.
El 12 de octubre de 1936 se celebraba en dicho paraninfo de la universidad de Salamanca el Día de la Raza, aniversario del descubrimiento de América por Colon. MILLÁN ASTRAY había llegado escoltado por sus legionarios armados con metralletas, afectación que conservaría a lo largo de toda la guerra. Varios oradores soltaron los consabidos tópicos acerca de la "anti-España". Un indignado Unamuno, que había estado tomando apuntes sin intención de hablar, se puso de pie y pronunció un apasionado discurso.
"Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces, Pero, no, la nuestra es solo una guerra incivil (...) Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión (...) Se ha hablado también de catalanes y vascos, llamándolos anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí esta el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española, que no sabéis..."
En ese punto, Millán Astray empezó a gritar: "¿Puedo hablar? ¿Puedo hablar?" Su escolta presentó armas y alguien del público gritó: "¡Viva la muerte!" Entonces Millán gritó: "¡Cataluña y el País Vasco, el País Vasco y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la nación! ¡El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí!" Se excitó sobremanera hasta tal punto que no pudo seguir hablando
. Resollando se cuadró mientras se oían gritos de "¡Viva España!". Se produjo un silencio mortal y unas miradas angustiadas se volvieron hacia Unamuno. "Acabo de oír el grito negrófilo de "¡Viva la muerte!". Esto me suena lo mismo que "¡Muera la vida!". Y yo, que he pasado toda la vida creando paradojas que provocaron el enojo de quienes no las comprendieron, he de deciros, con autoridad en la materia, que esta ridícula paradoja que me parece repelente. Puesto que fue proclamada en homenaje al último orador, entiendo que fue dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que el mismo es un símbolo de la muerte. ¡Y otra cosa! El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en un tono mas bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma. Desgraciadamente hay hoy en día demasiados inválidos, Y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología de las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como dije, que carezca de esa superioridad de espíritu, suele sentirse aliviado viendo como aumenta el numero de mutilados alrededor de él (...) El general Millán Astray quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una España mutilada..."
Furioso, Millán grito: "¡Muera la inteligencia!" A lo que el poeta José Maria Pemán exclamo: "¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!" Unamuno no se amilanó y concluyó: "¡Éste es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido , diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir, y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España". Millán se controló lo suficiente como para, señalando a la esposa de Franco, ordenarle: "¡Coja el brazo de la señora!", cosa que Unamuno hizo, evitando así que el incidente acabara en tragedia.

sábado, 26 de julio de 2008

40 AÑOS DE MAYO DEL 68


LA HISTORIA DE UN DÍA

Una vez, a medianoche, los hombres tuvieron el mundo a su disposición. Durante mucho tiempo, habida cuenta de lo que sabemos, permanecieron muy tranquilos, durante la mañana y la tarde de ese día se limitaron a vagabundear en pequeños grupos, a cazar animales con lanzas y flechas, a refugiarse en cavernas y a vestirse con pieles. Hacia las seis de la tarde empezaron a aprender algo sobre semillas y agricultura, sobre el pastoreo y cosas semejantes; hacia las siete y media se habían establecido en grandes ciudades, en especial en Egipto y la India y entre los países comprendidos entre estas dos naciones.
Después llegó Moisés, que partió a la búsqueda de la tierra prometida, a las nueve menos cuarto. Tras él vinieron Buda en la India, Sócrates en Grecia y Confucio en China, que se juntaron y se fueron todos juntos, aunque sin llegar a conocerse, hacia las diez y diez. En torno a las diez y media apareció Cristo, algo después de la Gran Muralla China y de Julio César. A las once fue el momento de Mahoma.Hacia las once y media surgieron las primeras grandes ciudades en Europa del Norte. A partir de las doce menos cuarto los hombres salieron de estas grandes ciudades y saquearon el resto del mundo por doquier. Primero expoliaron América del Norte y del Sur, luego la India y, finalmente, cuando sólo faltaban cuatro minutos para media noche, le llegó el turno a Africa. Dos minutos antes de medianoche se desencadenó una gran guerra entre ellos, a la que siguió otra semejante sólo cincuenta segundos después. En el último minuto del día esos hombres del Norte de Europa fueron expulsados de la India, de Africa y de muchos otros países, pero no de Norteamérica, donde se habían instalado de forma estable. En ese último minuto, además, inventaron las armas nucleares, desembarcaron en la Luna, fueron responsables de, prácticamente, doblar la población mundial y consumieron más petróleo y metales de los que se habían utilizado en las precedentes veintitrés horas y cincuenta y nueve minutos.Volvía a ser medianoche, el inicio de un nuevo día.

Learning for Change in World Society: Reflections, Activities and Resources, Robin Richardson, World Studies Project, 1979
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